Aquel sitio era de lo más extraño, Platero se asombró pues
no se creía lo que acababa de ver…
Tras la luz se hallaba una puerta enorme, de gran tamaño,
tan inmensa era que no podías ver la altura que tenía.
Cuando Platero cruzó la puerta comenzó a apreciar un lugar
totalmente distinto al mundo del que venía. Había personas, burros,
animales, todos aquellos que te puedas imaginar. Unos más grandes, otros más
pequeños, unos más gordos, otros más delgados, unos más bellos, otros más
peculiares…
Platero se dirigió a un pequeño zorro con la pata vendada.
El zorro parecía tímido y vergonzoso. Estaba situado en una esquina de la zona,
entre una casa con paredes llenas de color y una tienda en la que ponía “Escoge
tu deseo”. Platero preguntó:
- Perdona, mi nombre es Platero, soy nuevo aquí en este
lugar. ¿Dónde estamos?
El zorro con voz suave y dulce le respondió:
- Encantado, soy Germán. Estás en el lugar adecuado, aquí
serás feliz y tendrás todo lo que desees, pero deberás estar siempre atento,
pues si los habitantes tienen problemas, tú deberás ayudarlos.
Platero anonadado, seguía teniendo dudas, en su cabeza le
asaltaban preguntas:
- Pero, ¿yo por qué tengo que hacer esa labor? ¿Dónde están
mis amigos? ¿Qué tengo que hacer aquí? ¿Dónde viviré?
- Verás Platero, jamás volverás al lugar de donde viniste.
Si estás aquí significa que moriste y ahora estás en un lugar mejor. Tus amigos
siguen con sus vidas, recordándote en todo momento y algún día quién sabe si te
encontrarás con ellos aquí. Vivirás donde más te guste, aquí siempre vas a
tener un sitio que se ajuste a ti. Y esa labor, la de solucionar a los
problemas a la gente, es una norma que tenemos aquí. Todos somos como hermanos
y nos debemos ayudar.
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